La mirada quieta de Pérez Galdós
La mirada quieta de Pérez Galdós
El Boom latinoamericano no sólo fue un fenómeno literario y editorial en un contexto social determinado. Una pléyade de novelistas exóticos muy bien promocionados. Los escritores del Boom estudiaron con rigor y dedicación las vanguardias literarias: invenciones e innovaciones de las técnicas literarias. William Faulkner fue uno de sus maestros
Vargas Llosa en el ensayo "La mirada quieta de Pérez Galdós" da algunos consejos sobre el narrador.
Mario Vargas Llosa:
<< Si se quiere un ejemplo del amor y la profundidad con que Pérez Galdós conoció y quiso a Madrid, basta leer los dos primeros capítulos de Prim, uno de los mejores Episodios nacionales, aquellas calles y pobladores parecen revivir como animados por una varita mágica.[... ] En esa misma novela hay una descripción del Ateneo, donde Pérez Galdós estudió y leyó mucho, que es espléndida por la buena prosa en que está escrita por la ajustada síntesis política que hace en ella de España en abril de 1862. Su visión es tranquila muy serena, de ese mundo inmovilizado por la religión que describió y que tiene la virtud (¿o el defecto?) de aquietarlo en una inmovilidad que a veces da la impresión de una buena pintura. Y en otras aparece como una maldición y su tragedia.
Una digresión:
( El catolicismo en España ha sido una rémora para el progreso económico. El fatalismo católico, estaba de Dios que pasara. Antero de Quental en "Causas de la decadencia de los pueblos peninsulares" culpa a la hidalguía y al clero del atraso económico de España y Portugal. Por el contrario el protestantismo es un aliciente para el progreso económico. La predestinación calvinista. "La ética protestante y el espíritu del capitalismo", de Max Weber.
Arturo Pérez - Reverte : << En España hemos tenido dos momentos en los cuales hemos perdido el tren de la historia ; " En Trento por apostar por un Dios diferente y en la Guerra de la Independencia luchamos contra el enemigo equivocado" >>.
El Concilio de Trento fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica entre 1545 y 1563, convocado para responder a la Reforma protestante y aclarar la doctrina católica.
Recomendación "Los afrancesados" de Miguel Artola).
Pérez Galdós hizo lo que Balzac, Dickens y Zola, por los que sintió siempre admiración, hicieron en sus respectivas naciones: contar en novelas la historia y la realidad social del país, con sus Episodios estuvo en la línea de aquéllos, convirtiendo en material literario el pasado vivido, poniéndolo al alcance del gran público una versión quieta pero amena, bien escrita con personajes vivos y documentación solvente, del siglo XIX, decisivo en la historia de España porque en el ocurrieron la invasión francesa, las luchas por la independencia contra los ejércitos de Napoleón, la reacción absolutista de Fernando VII, la invasión de marruecos, las guerras carlistas, la Primera República y su corto tránsito y , finalmente la Restauración.
El mérito de Pérez Galdós no es sólo haber documentado con novelas todo este período, sino cómo lo hizo: con objetividad y un espíritu comprensivo y generoso, sin parti pris ideológico, poniendo la moral por encima de la política, tratando de distinguir entre lo tolerable y lo intolerable, el fanatismo y el idealismo, la generosidad y la mezquindad en el seno mismo de los adversarios. Eso es lo que más llama la atención al leer sus novelas, sus dramas y sus Episodios: un escritor que se esfuerza por ser imparcial.
Su gran defecto como escritor fue ser preflaubertiano: no haber entendido que el primer personaje que inventa un novelista, lo sepa o no, es el narrador, y que éste es siempre - personaje implicado o narrador omnisciente - una invención del autor que da independencia y autonomía a las historias. A pesar de escribir tantas novelas, esto no lo entendió nunca. Por eso sus narradores suelen ser personajes << omnisciente >> a la manera clásica.
[... ] Flaubert, en las cartas casi diarias que escribió a Louise Colet mientras hacía y rehacía Madame Bovary , dejará clara esta revolucionaria concepción del narrador como personaje central, aunque a menudo invisible, en toda narración.
Flaubert enseñó al mundo que la invención del narrador es el más importante paso que debe dar quien se dispone a escribir una novela. Las posibilidades son dos: un narrador omnisciente, que , como Dios, lo sabe todo y está en todas partes ( pero no se muestra a los lectores, aunque a veces sí ), o un narrador -personaje, que, como tal, sólo sabe lo que los personajes puedan saber. Un narrador- personaje no puede atribuirse las funciones de un narrador omnisciente, sin crear confusión caótica en la historia que cuenta. Claro que en una novela ambos narradores pueden alternarse, así como puede haber uno o varios personajes narradores. Si el autor no tiene esto claro escribe << novelas antiguas>>, como lo hacía Galdós, novelas que parecían << viejas >>. siendo jóvenes.
[... ] No siempre ocurre de este modo, por supuesto. A veces, la fuerza de lo narrado nos hace olvidar a su autor y lo narrado parece brotar de las mismas acciones de la historia. Ni qué decir que éstos son sus mejores aciertos en las novelas y en los Episodios >>.

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