Almería

 Almería

Recuerdo de 2023

El remate final a mi trasiego veraniego ha sido Almería, más concretamente el complejo hotelero que existe en las afueras de Roquetas de Mar. Urbanizaciones con kilómetros de playas, y en los que la Ley de Costas es papel mojado, hoteles, apartamentos, restaurantes y viviendas particulares a pie de playa, impertérritos al ciclo de las mareas.

El viajero del siglo XXI es un aprendiz de cronista de redes sociales. Como todo cronista de viajes a lo largo de la historia una mezcla de petulancia y de registro de experiencias. El turismo de masas de hoy en día no es tan exquisito como el elitista de antaño, no busca crónicas literarias, sino experiencias de andar por casa que sean útiles .
Las redes sociales, y ésta en la que escribo fue creada con esa intención, dan voz a la ufana inquietud del viajero feliz de haberse conocido.
Los estereotipos de la España atrasada y pintoresca que tanto entusiasmo a los viajero románticos han dejado de existir en Almería. Me pregunto a veces si lo que verdaderamente encandiló a los viajeros románticos no fue los pintorescos paisajes de España, sino su endémico atraso, sus míseras condiciones de vida. La mirada del viajero entre el consuelo y el regocijo con el sufrimiento de los otros.
El paisaje de Almería entre el blanco de los invernaderos y el azul de Mediterráneo. Entre el pastizal y el matorral de escasa cobertura. Entre sierras y erosión. Entre páramos baldíos y un panorama desolador. Entre plástico y turismo los almerienses han esquivado su funesto destino.
Es la naturaleza de todo petulante viajero, y el creador de Facebook lo intuía.
Cabo de Gata

 

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