El nuevo dardo de la palabra
El nuevo dardo en la palabra
Las connotaciones de las palabras van parejos con las evoluciones culturales. Del agua turbia con cieno de querido o querida, amante, pasando por distintos estadios: lío o se liaban, tener un enredo y enredarse, ligue o rollo, al agua cristalina con derecho a roce: la normalización de la relaciones sexuales. Relegando al olvido los postulados de la Iglesia.
El nuevo dardo en la palabra, de Fernando Lázaro Carreter
El rollo
Resumen:
<< Un personaje de Torres Naharro llamaba su querida a la virtuosa y alegórica virginidad, en 1505. Cuando algún pastor de la Diana (1559), se cría en el edén gozando (sic) de su querida no es que anduviera esbozando un gañancillo: estaba cambiando impresiones con la zagala sobre la dulce belleza del valle. El gran Aldana elogia en 1560 a una monjita <<a quien Dios por su querida quiso>>. En cambio, el deslenguado Cide Hamete narra en 1605 cómo yaciendo don Quijote en su fementido lecho de la venta con el pensamiento abismado en Dulcinea, le cayó en los brazos Maritornes que, habiéndose concertado con un arriero en aquel camarachón , iba << buscando a su querido>>.
Y de ese modo, esta voz y amante se hicieron gemelos en ambas orillas del idioma, con un distingo: las gentes bien comidas, era lo normal, podían tener amante y también querido o querida; los pobres, sólo esto último, aunque a mucha honra. Un peón amante de una planchadora hubiese resultado exótico: eran queridos.
Ocurre, sin embargo, que las dos palabras viven pero jubiladas desde hace treinta años.
Antes mantenían un lío o se liaban, que era, según el parecer áspero de la Academia, " enredarse con fin deshonesto dos personas; amancebarse". Y es que tener un enredo y enredarse, hoy también en retirada, sinónimos de tener un lío y liarse, están siendo expulsados del uso por el nuevo enrollarse.
Muchos matrimoniados de juzgado o de iglesia, talludos, incluso, se refieren uno al otro como mi chico o mi chica, pareciéndoles eso de esposo y esposa, marido y mujer demasiado formal y administrativo.
Tener una relación remite siempre al jadeo, y los amadores muy tiernos, de aquellos que Gongora llamaba casquilucios.
Gran signo de un tiempo en que tales suplantaciones son normales; quizá la menos dañina, sin dejar de ser hipócrita, es esa que acontece en el ámbito embrollado y placentero del amor >>.
Paul Valery describía así la actitud ideal en el tiempo superior, a propósito de Leonardo: << El hombre superior imita e innova; no desdeña lo antiguo porque es antiguo ni lo nuevo, sino que consulta y explora en sí mismo lo que hay en él de eternamente actual >>
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